martes, 10 de marzo de 2009

Maputo y la vaina de ser tan jodidamente extranjero



Mis primeras impresiones de Maputo no fueron digitales, así que la suerte de Yogurto Ungé y la mía pareciera que van por rumbos igualmente retorcidos, pero sustancialmente diferentes. Pienso yo. Aunque mejor no cantar victoria, nunca se sabe cuando necesitará uno emprender alguna danza de la lluvia.

Bueno, la cosa interesante es que Maputo es una ciudad muy diferente a las otras ciudades Africanas que conozco, como Luanda, en Angola, Nairobi, y sobre todo Johannesbourg. Maputo es una ciudad en la que se puede ver la mano reciente de los portugueses, sobre todo en su arquitectura y organización urbana. Los tiempos coloniales, como llaman aquí, no son para nada parecido a lo que decimos nosotros en América Latina. Los tiempos coloniales se acabaron hace 30 años!! Bueno, en una ciudad como está se puede ver la colonia de cerquita.

A diferencia de su vecina sudafricana, Maputo es una ciudad pequeña, donde las cosas transcurren a una escala muy humana, muy cercana. Se nota una cierta calidez, no se aún que tan real o engañosa pueda ser, puesto que aún estoy más en la línea del turista reciente, con picazón por entender la tierra que uno pisa.

Hay algo muy interesante que quiero comentar en esta entrada y que trataré luego de retomar. Parafraseando a Wilde, la importancia de ser blanco: aquí en Maputo no parece haber una diferenciación tan brutal. En otros países como Angola y muchas veces Haití, ser blanco es un gran punto en contra - en Haití si te gritan !blanc! en la calle, se trata de un insulto. Aquí la cuestión parece más tranquila, y uno se siente muy a gusto. Sin esa onda de estar pensando en que terreno me estoy moviendo, o hasta que punto me toca a mi pagar la cagada que dejaron los europeos por estas tierras.

... y bueno.

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Luis Rolando Durán
América Latuanis

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