sábado, 25 de mayo de 2013

Una vez me encontré... Con el triste maraquero que fui yo,

















Alma para conquistarte...
Corazón para quererte...
Y vida, para vivirla junto a tiiiiiiii

Rigo Jiménez, con el corazón colgando, rasguña la guitarra; Chalo Herrera acaricia la flauta y Allan Mendoza la pianica. Todos cantamos, con sentimiento y mucho, pero mucho entusiasmo. Estamos en el bingo de la vieja sede de la Cruz Roja en Puriscal, ensayando para salir a dar serenatas. El verano del 79 había llegado con las tardes largas, llenas de colores y las noches frescas de cielo despejado y luna querendona. Las promesas de amor estaban a flor de piel y aunque Julio Jaramillo nos había madrugado, no encontramos mucho que valiera la pena en el repertorio en español que anunciaba unos terribles años 80, en términos musicales. Con esas canciones habíamos hecho una larga ruta, que nos llevaría casi toda la noche, caminando por las calles puriscaleñas, repartiendo sentimientos y sacando suspiros y miradas apasionadas a través de las ventanas. Bueno, eso por lo menos pensábamos nosotros.

- ¡ay muchachos, que es eso tan desafinado!

Doña Emilce Calderón, una dulce dama que además de presidenta de nuestra filial de la Cruz Roja, era amiga del grupo, nos trajo a tierra.

- Idiay doña Emilce, estamos practicando para dar serenata.
- Uy no, así las van a asustar. A ver, yo les ayudo.

Con su dirección practicamos un rato más, entonando, haciendo pausas, y más o menos afinando. Doña Emilce no sólo nos ayudó a mejorar, sino que nos enseñó un par más de canciones infalibles, irresistibles para las muchachas depositarías de aquellos amores.

Salimos, y la serenata funcionó, en todas las casas ella se asomó a la ventana, el código que indicaba su aceptación de la serenata. En una o dos ocasiones nos invitaron a entrar y nos dieron chocolate con galletas.

El grupo se inspiró, y los ensayos en el bingo arreciaron. Hasta nos llegaron pedidos de serenata, con retribución del pobre cristiano que nos hacia el encargo. En general salimos baratos, y una invitación a la soda de Chepito bastaba.

Chepito y la gloriosa soda (foto pirateada en facebook)
En estos quehaceres, el consejo de Doña Emilce y el consenso del grupo fue que me dieran algún instrumento y que evitaran que yo cantara, o al menos que lo hiciera bajito. Ahí nos dimos cuenta que me iba bien con las maracas, y listo... maraquero seré.

Gastamos el resto del verano, de aquí para allá, huyendo de los perros y caminando por las calles polvorientas, cansados, felices y motivados por la fresquísima brisa nocturna.

Un día, el éxito común en grupos como el nuestro – tipo Beatles, Abracadabra u otros por el estilo - nos hizo pensar en una grabación. Listo, la casa de Chalo Herrera fue la anfitriona y llegamos con todos los instrumentos. Una grabadora que ni tenía estéreo era lo único disponible, pero eso no nos amedrentó. Cada cual tomó sus instrumentos – yo mis maracas – y comenzamos.

Relooooj no marques las horassss
Shchic Shchic Shchic Shchic
Porque voy a enloquecer
Shchic Shchic Shchic Shchic

- Mierda, sólo se oye la maraca. Mae, aléjese un poco de los instrumentos, ponéte allá detrás de la guitarra.

Ella es la estrella que alumbra mi ser
Shchic Shchic Shchic Shchic
Yoooo sin su amor no soy naaada
Shchic Shchic Shchic Shchic

- puta, ¡como suena esa maraca! ¿No le podés dar más bajito?
- le estoy dando bajito, no es mi culpa, es la pinche grabadora
- no me vengás a ofender la grabadora.
- bueno, pero como hacemos
- metete en el cuarto

Meee esperoooo, no voy a marcharme
Shchic Shchic Shchic Shchic

- Cerrá la puerta
- okey, okey

No voy a alejarme
Shchic Shchic Shchic Shchic

- ¡encerráte en el baño!

Al final, con el maraquero encerrado en el baño,  la grabación salió bien, en un viejo cassette BASF, y grabada en mono. Como cinco canciones, de las que hicieron inmortal al grupo.

- ¿y como nos llamamos?

Esta pregunta inició la debacle, todos teníamos un nombre, y las diferencias irreconciliables afloraron. Luego vino el final de la secundaria y cada cual tomó su camino.

El mío, de maraquero escondido en el baño, terminaría ahí. Una cortísima carrera musical, que sólo el ritmo inundante de la vida en Panamá reviviría algún día… pero eso es otra historia.


Postal puriscaleña
(foto pirateada en facebook)


---------------------------------------


Luis Rolando Durán Vargas
América Latuanis

Imagen tomada de
http://www.elnuevodia.com/blog-suenalamaraca-1209130.html

Otras fotos tomadas de facebook. Si la persona que tomó la foto lo desea puedo poner su nombre, o bien quitarlas.



2 comentarios:

  1. Ja ja ja... muy bueno el cuento Rolando; me trajo muy gratos recuerdos de cuando también fui serenatero, pero en la Caracas de los 60. (Aunque a mí si me dejaban cantar!)Un abrazo

    Gustavo

    ¿Cómo sigues de la columna?

    ResponderEliminar
  2. Gracias Gustavo. Gusto de saludarte. A lo mejor nos juntamos un día y salimos a serenatear otra vez. La espalda bien, cuidandola mucho. (A lo mejor vemos pronto una historia tuya de esa Caracas sesentera). Un abrazo

    ResponderEliminar