jueves, 4 de febrero de 2010

Terremoto en Haití: un nuevo momento, muchos desafíos



El proceso en Haití cambia aceleradamente, si bien muchos de los problemas que se han producido siguen casi intactos. El Gobierno – o más bien el Primer Ministro – da muestras de tomar más control y pide más organización. Las agencias, que van saliendo del shock violento al que fueron sometidas, comienzan también a moverse en una dirección más coordinada. Sin embargo, en asistencia humanitaria dos temas siguen siendo cruciales y claman por mayor coordinación y por una visión unificada: la distribución de alimentos y el alojamiento temporal de casi 2 millones de personas. El tiempo apremia puesto que la temporada de lluvias está a la vuelta de la esquina y toda la vulnerabilidad de este país se ha re-configurado, en dimensiones y modos difíciles de prever o estimar.

En la ciudad es difícil encontrar espacios vacíos. Casi todo ha sido ocupado por miles de refugios improvisados. Los jardines de la “Primature” - sede del primer ministro - los parques y plazas públicas y muchos espacios abiertos que ha dejado el terremoto sirven de territorio seguro para una población aterrorizada por las réplicas y la información tendenciosa que reproducen los oportunistas que buscan espacio político y tiempo en la televisión y la radio. Esta población requiere de soluciones rápidas puesto que su vulnerabilidad está exacerbadas a un nivel indescriptible: riesgos sociales, riesgos económicos, una alta probabilidad de incendios, y – si no hay movilización y atención rápida – una vulnerabilidad mayor a las lluvias. Muchas agencias se mueven con velocidad, el gobierno propone una estrategia para atender este problema. Nuevamente, el tiempo apremia.

El gobierno y la cooperación internacional han promovido una movilización de damnificados hacia algunas de las provincias. Esta movilización de población, podría significar un alivio para la ciudad y su proceso de recuperación. Sin embargo, esta movilización y potencial migración, no esta documentada, no se sabe quién está donde o al menos cuanta gente. Esto presenta un riesgo sensible, pero también una oportunidad de oro: la llegada de la estación de huracanes requiere que las provincias evalúen su nueva situación de exposición: más población, menos capacidad de respuesta y organización.

Es importante recordar que mucha de la población que se aglomera hoy en parques, plazas y campamentos en la ciudad en realidad son migrantes internos, que se han venido a buscar oportunidades. Saben que estar en un campamento es una opción gigantesca de recibir una atención que jamás recibirían si no han sido afectados por el terremoto. Una acción rápida para ofrecer nuevos medios de vida a esta población para que se regrese a sus sitios de origen podría revertir su nueva condición vulnerable y convertir la situación en una oportunidad para reducir el riesgo, contener la migración hacia la ciudad y mejorar la calidad de vida de este importante grupo de población.

En estas circunstancias, con un impacto tan desmedido; unas condiciones logísticas tan complejas – empezando por la condición insular y la frágil capacidad portuaria y aeroportuaria – y una estación de huracanes ad portas, es vital lanzar un proceso de fortalecimiento de las capacidades locales. Generar capacidades autónomas para enfrentar el riesgo y fomentar la capacidad para el cambio. Esto requiere un abordaje muy diferente, con un desafío mayor. Esto implica participación, espacio para la sociedad civil, comprensión de los modos de organización comunitaria y desarrollo de opciones para la población, tanto en las zonas de planicie – altamente degradadas en su capacidad productiva – como en las zonas de cuenca media.

En estos días, cuando circulo la ciudad constato una realidad clarísima: la población no va a esperar para reconstruir. Por todo lado se observa la agrupación de materiales que pueden servir para volver a levantar una estructura. La creatividad de los haitianos es muy grande, y así como se las arreglan para remover el cemento y enderezar los hierros retorcidos así se las arreglarán para ir reconstruyendo su vida, sus familias y sus medios de vida.

La gran duda sigue siendo que tanto podrá resonar la cooperación internacional con las expectativas de este pueblo, con sus capacidades tan poco entendidas, con sus expectativas, que muchas veces están lejos de lo que un profesional extranjero entiende y valora.


Pienso que la solidaridad internacional se ha manifestado abrumadoramente, con apertura – con conflictos, sin duda – pero con un espacio que crece a favor del diálogo y del respeto que exige y se merece un pueblo que lleva demasiado tiempo relegado.




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Luis Rolando Durán
América Latuanis

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