sábado, 16 de octubre de 2010

De Frankfurt a Luanda: Regreso a África


Trípoli

Después de unos minutos de haber dejado Frankfurt, volamos en la noche Europea hacia el Mediterráneo. De repente, entre la oscuridad anónima del cielo aparece Trípoli, puerta de entrada al Sahara y al continente africano. Me impresionó la vista tan cercana de esta ciudad, de sus luces, de la forma como se extiende sinuosa a lo largo de ese pedazo de la costa de Libia. La entrada al Sahara fue pura noche, con la sola emoción de seguir de vez en cuando el mapa para ver los sitios por los que estábamos volando. El desierto define una vasta extensión de la geografía africana y mirarse como un punto en esa vastedad amarilla no deja de llegar profundo.

La llegada a Luanda ha sido interesante. Siempre es lindo volver. Habrá como mil tangos que lo dicen mejor, con más cadencia y profundidad. Pero se siente bien, aproximarse, recordar, comparar y sentirse de nuevo en un sitio conocido, donde no solo se ha estado sino se ha vivido. En Luanda está lloviendo. El “cacimbo” – una fresca estación seca – está saliendo para dar paso al verano, que es cuando llueve. Esta madrugada tiene una pequeña garúa y el cielo tiene un intenso color plomo.

La primera vista de la ciudad impresiona. Vine el año pasado, pero se nota que el ritmo de crecimiento no se detiene. En el horizonte se ven las construcciones nuevas, que se levantan contra el cielo, varias grúas de esas que parecen una T, llenan el paisaje y presagian que la ciudad engreída de los portugueses, con su vía marginal (costanera) llena de edificios clásicos de estilo europeo, pasará pronto a ser una urbe poblada de edificios altos y llenos de vidrios. Esa costumbre de las nuevas ciudades ricas, tan práctica, pero tan plástica. Muchas de esas tenemos hoy en América Latina. 

Con este primer vistazo se notan los avances, el rumbo claro y los contrastes.

Para muestra, unos botones: El aeropuerto renovado da una impresión de modernidad, de puesta al día. A la salida, en el barrio marginal de Kazenda las cosas no parecen cambiar. Nodo de llegada de inmigrantes de Mali, el Congo y otras partes de África,  combinados con la situación precaria de los habitantes de la ciudad, este barrio es un recordatorio permanente de la verdadera situación de miles, si no millones,  de habitantes.

Más aún, mis colegas vienen llegando de trabajo de campo en los barrios de la periferia. Su asombro era notable y duro. En la periferia no se sabe como sobrevive la gente. A veces mal, a veces peor. Entre la angustia de la basura y la falta de oportunidad. Sin ningún tipo de saneamiento ni de servicios, ahí se vive en el fondo de la marginalidad, de la falta de oportunidad.

Por otra parte, viejos barrios pobres, o mejor dicho precarios, son movidos para instalar en ellos las mansiones de la nueva Luanda. La gente es movida a nuevos condominios, lejos del centro. Una por otra: relocalización por habitar una tierra cada día más cara y estratégica, pero también mejora sustancial en las condiciones habitacionales. Contrastes y apuestas por evaluar!

Claramente, Luanda se debate por salir de un pasado demasiado cercano de caos, escasez de servicios y deterioro urbano. La ciudad se mira muy limpia y con una vitalidad inapelable. Habrá que ver como se maneja el problema de los altísimos precios, los servicios de agua y electricidad, el hacinamiento y la creación de trabajo para mejorar la condiciones de los que nada tienen...


---------------------------
Luis Rolando Durán
América Latuanis


No hay comentarios:

Publicar un comentario