viernes, 8 de mayo de 2009



y eso... Lucho Mella de Chile, un trotamundos que sabía amar

He pensado mucho como terminar estos relatos del viaje a Mozambique, porque hubo muchos episodios que me pusieron a pensar, con ganas de escribir. Sin embargo, algo que me acompañó en todos los momentos de este viaje fue el tono de voz de un viajero de vocación, de un hombre que sabía mirar, decir y cantar. 

Mucho puedo tratar de decir de Lucho Mella, un amigo entrañable, que murió el 22 de octubre pasado, pero la verdad sería un intento vano, porque Lucho fue una persona vasta, de esas que no se puede atrapar en un concepto o en una figuración sencilla. Hoy tomaba una guitarra para cantar esas canciones que llevaba incrustadas en su alma de revolucionario místico, o bien escribía en su blog una nota sobre el tango o nos hablaba de su improbable experiencia de vida en las minas cobreras del norte de Chile.

Lucho sabía y quería amar. Eso, quizás, es lo que quiero recordar y decir. Es lo que traía siempre, cuando se aparecía como un viejo fantasma, alegre de su destino errante. Siempre que lo vi, en su Chile, en Panamá, en Costa Rica o en Perú, siempre hablaba de amor. Siempre llevaba una pena que quería sacar a fuerza de cariño, siempre la había cagado con algo, siempre lo había reparado, o no. Siempre intentando querer y diciéndonos a todos, que no hay que dejar que se vaya la vida sin hacer el esfuerzo de amar, de romperse el corazón, como en el bolero, o la ranchera cursi que cantamos a escondidas cuando nos duele tanto el alma que no queda más que mirar a la luna, a los charcos o los espejos, y buscar una silueta, una mirada, o una asomo de sonrisa que nos de el calorcito sabrozón de la esperanza. 

Eso le agradezco a Lucho, compañero de viaje, de este viaje largo que nos lleva por los recovecos supuestamente intransitables de nuestra propia vida, del destino que no quedaba lejos, sino adentro de uno.

Quiero recordar el inicio del cuaderno que Lucho abrió para todos, y que llamaba trutruka. Quizás porque en el fondo sabía que estaba hablando de él mismo:

Trutruka convoca a la ceremonia, anima la fiesta, ahuyenta a los espíritus vengativos, invita al baile... 
Porque trutruka se las trae. 
Porque trutruka la lleva.
Trutruka porque rima con ruca, pantruca, luca, xuxuca, nuca y cuca. 
Y, por su desinencia, con diuca.
Le trae poesía, cuento, pinturas, ensayos y de un cuanto hay..."

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