martes, 25 de agosto de 2015

Cuba, primera estación: Pinar del Río


 (primero de una serie de artículos sobre mi experiencia en Cuba)


Pinar del Río. Tierra de humedales y de tabaco. Lo primero, después de saludar al grupo con el que vamos a trabajar hoy, es un pequeño presente, lleno de cariño y de sabor a tierra: un par de puros. Cubanos de verdad, fragantes, con olor fresco a campo verde, a llanuras prolongadas donde el viento mueve las hojas del tabaco y parece que el mar y la tierra se hubiesen fundido. Mirar y oler me hizo volver a mi campo y a mi niñez, no en balde a nosotros los puriscaleños nos dicen "tabacaleros". Reminiscencias de una vieja práctica agrícola que se ha perdido casi totalmente. Recordé a mi hermana Anabelle trabajando en el despalillado del tabaco. Allá casi nadie recuerda que es eso, aquí todo el mundo.

Huracán Gustav entrando por el litoral pinarense
Cuba es tierra de paso de huracanes. Su posición en el mar Caribe la expone anualmente a la entrada de todo tipo de ciclones. Muchos de los más destructivos han tocado esta tierra. Aquí, en el municipio de Consolación del Sur, donde estamos trabajando, la memoria del huracán Gustav está muy fresca en todas las personas. Te enseñan todo lo que se llevó, la huellas indelebles, marcadas en la piel de la ciudad, en los ojos y en las manos de quienes vieron el poder del viento usando, no reclamando, el espacio que le corresponde. 

Consolación del sur después del paso del huracán Gustav
El huracán Gustav se formó el 25 de agosto de 2008, allá a 500 kilómetros de la costa Haitiana. Tocó tierra por primera vez en la zona de Jacmel y alcanzó categoría 4, con vientos superiores a 250 km/hora. Afectó la isla Hispaniola (Haití y República Dominicana), varios países del Caribe y varios estados de los Estados Unidos. En su trayectoria quedaron 86 personas muertas en el Caribe y 8 en los Estados Unidos. En Pinar del Río los vientos del ciclón alcanzó su mayor dimensión y se registraron ráfagas de 340 km/hora. La capacidad de destrucción de vientos de está velocidad es elevadísima,  la ciudad de Consolación del Sur fue arrasada, pero nadie murió. Nadie.

La pregunta obligada es ¿por qué? ¿cómo fenómenos cuya fuerza puede resultar en cientos o miles de muertes, aquí en Cuba no se da? Nos pasamos años insistiendo, argumentando, hasta que las ideas se quedan lucias de tanto usarlas, que los desastres no son naturales; que no es la fuerza del huracán o del terremoto, la causa verdadera de la destrucción y el sufrimiento, sino esta humanidad nuestra, las estructuras de poder y la forma de desarrollarse, las verdaderas causantes. Sin embargo, hasta el día de hoy, los progresos en este reconocimiento son muy pocos. La invocación de lo fatal y de la naturaleza castigadora sigue siendo el lugar común. Pero no en Cuba.

Las conversaciones con la gente aquí, en Consolación del Sur, con personas voluntarias, autoridades municipales, la Cruz Roja o los ministerios, son abiertas, autocríticas y, sobre todo, con visión del bien común y de solidaridad. El manejo de las situaciones de desastre es una asunto de todos. No es un slogan pegado en la pared, no es el discurso bonito del ministro o el jefe de la protección civil (como en tantos de nuestros países), sino algo que pasa todos los días. Al contrario de lo que mucha gente piensa, la capacidad de respuesta del sistema cubano no está basado en la centralización o la verticalidad, al contrario, está basado en la organización local, en el recordatorio permanente y sistemático de que la responsabilidad no es de todos sino de cada uno. Aquí, socorrer o albergar a los vecinos no es una orden, es un asunto de comunidad. 
En Pinar del Río he podido ver como pocos recursos pueden hacer mucho. Me he pasado muchos años observando grandes inversiones, alta tecnología y proyectos millonarios que terminan en estaciones satelitales enviando mensajes a la nada, a la triste soledad luminosa de un aparato que circula allá arriba a 45 mil kilómetros sobre la tierra. 

Aquí, los recursos son escasos y cada radio, cada botiquín y cada mínimo recurso se cuida y se mantiene. Con constancia y cariño, quizás las palabras clave que tanto hemos estado buscando.








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Luis Rolando Durán Vargas
América Latuanis

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Los comentarios y apreciaciones de esta publicación son una opinión personal y no representan a ninguna institución o autoridad nacional o internacional.

Fotos personales. Foto del huracán Gustav tomada de Wikipedia


y bueno.... Benny Moré


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