sábado, 8 de marzo de 2014

La magia de las librerías: Librería el Prado en Madrid.



Diálogo escuchado mientras miro con hambre la fantástica colección literaria que hay en esta pequeña librería, en el Barrio de las Letras en Madrid:

-       ¿y Borges?
-       Ahí, donde estás
-       ¿Sabes que ya terminé la colección?

Por un buen rato había estado escuchando la sabrosa conversación entre la dueña de la librería y un cliente, que parecía ser alguien muy especial. Hablaban de libros, de ediciones que fueron y que no fueron, de la Editorial Aguilar, un histórico actor de las letras españoles, con publicaciones hermosas y muy cuidadas. En este punto, no me quedo más que interrumpir.

-       Disculpen que me meta en su conversación. Pero ¿se refiere a la Biblioteca de Babel, la colección de literatura fantástica de Borges? – pregunté
-       Pues sí a es misma
-       … entonces ya la terminó! porque a mi me falta un libro.
-       En realidad es la segunda, la de mi esposa, porque a mi me las daba el editor a como iban saliendo.

Pues resulta que se trataba de Luis Alberto de Cuenca, traductor de cuatro de los libros de la famosa colección de Siruela, que he venido coleccionando hace más de 20 años.

Hoy, después de un largo tránstito por librerías en medio mundo, he llegado casi al final. Pero el libro que falta es un misterio, que cuesta mucho encontrar. Solo en listas descatalogadas desde hace muchos años.

-       ¿y cual te falta?
-       El Libro de Los Sueños, de Borges. Me puse en lista en Iberlibro, pero aún no aparece.
-       A lo mejor el que llegó te lo quité yo mismo – me dijo

Con el amigo Luis Alberto de Cuenca
Conversamos un buen rato sobre la colección, ediciones anteriores y posteriores, el intento fallido de Borges y Ricci de editarla en Argentina (tengo uno de esos libros, que extrañamente para mi, hasta ahora, tenía el mismo número que otro título. O sea, tengo dos número 4 con título distinto).

Cuenca, un amenísimo y generoso conversador, me hizo pasar un rato excepcional en mis horas en Madrid, igual que la gente de la librería El Prado. Compré libros y recibí la promesa del traductor de “Las Mil y Una Noches según Galland” y de “El diablo enamorado” de que si encontraba el Libro de los Sueños me ayudaría a conseguirlo.

Al rato, recordé que el plan original era ir al Museo del Prado. Salí de la Librería satisfecho, y convencido de que muchas veces volveré a cruzar esa puerta.




Con mi Biblioteca de Babel


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Madrid, 2014
Luis Rolando Durán
Vargas América Latuanis

sábado, 1 de marzo de 2014

Migración y fronteras, la línea divisoria de los sueños.

Triple valla de Melilla que separa la ciudad autónoma de Marruecos.
Fotografía: J. Blasco de Avellaneda.

15 personas muertas en las costas españolas. “Subsaharianos” como dice la prensa, tratando de inmigrar a España. Ahogados, arañando con la punta de los pies el territorio soñado. Aunque al principio lo negaron, la policía les disparó balas de goma mientras se aproximaban nadando, "para disuadirlos". Pánico mortal, en una figura que se repite en muchas fronteras en el mundo.
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Rumbo a Angola, llegué al puesto de migración en Barajas, aeropuerto de Madrid. En menos de un minuto había cruzado la Frontera Española, y por tanto, la frontera europea Schengen. A mi lado, una pareja de sudamericanos no tenía tanta suerte. Evidentemente tenían un buen rato de estar explicando al oficial de migración las razones por las cuales llegaban a la " Madre patria". Probablemente mi pasaporte lleno de sellos y visas me sirvió de garantía de que no tenía interés de inmigrar y no me tocó ese calvario de preguntas tontas que debés responder con seriedad. Si bien los puertos de entrada en Europa no tienen ninguna comparación con lo que sucede en los Estados Unidos, o incluso en países más inesperados como México o Panamá, cada vez es más común encontrar este tipo de situación de este lado del Atlántico,  sobre todo en Portugal y España (Al menos en mi experiencia).

Una vez más, observar este tipo de situaciones me lleva reflexionar sobre la migración; sobre las promesas de una tierra nueva de oportunidades y éxito que ha deslumbrado o llenado de ilusiones a personas a lo largo y ancho de la historia y la geografía. Sobre las razones que llevan a tanta gente, de uno u otro origen, a jugarse todo para cruzar. Para cruzar el río, para cruzar el estrecho, para saltar un muro, para lanzarse a mar abierta o a desierto abierto, para meterse en el baúl de un carro o un camión cisterna y cruzar esa línea imaginaria al borde de la asfixia O bien perecer en ella, dejando atrás lo que se quiere, en su nombre.

Justamente el día que he llegado a España me encuentro con una serie de noticias sobre el enclave español insertado en el continente africano, donde también existe un muro del que se habla poco. No es tan famoso ni tan mediático como el muro israelita en Palestina o el muro gringo en la frontera con México. Pero es también un muro contra la humanidad, contra la necesidad de quienes un día fueron explotados y  colonizados y que hoy tienen la osadía de intentar ingresar - en una menor escala pero con apremiante necesidad - en el territorio sin permiso, tal como lo hicieron ellos hace algunos siglos y lo siguen haciendo hoy con formas más sofisticadas de utilizar el suelo que no les es propio y de sacar provecho de una población que solo les interesa lejos de sus fronteras.

Cientos de personas llegan diariamente a Ceuta y Melilla, territorio del continente africano, que le pertenece aún a España, para intentar saltar la valla que divide África con Europa. Para intentar patear la geografía política y romper con las fronteras encaramandose en esa pared de 6 metros de alto y cruzando el mar Mediterráneo sobre la frágil ilusión de una patera. La guardia civil española, guardiana de la sacrosanta integridad europea se las ve a palitos para parar las olas de inmigrantes que se juegan una suerte de lotería si logran caer al otro lado. 

Un reportaje de El Mundo (publicación digital 21/2/14) narra como John Tomsy, un joven sierraleonés, lleva cinco años varado en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), junto con más de 1000 personas. Su hijo de cuatro años nació en esa tierra sin nación. Al igual que cualquier cárcel del tercer mundo, el CETI esta superpoblado, a más del 300% de su capacidad original. Valga decir, para no caer una crítica unilateral desinformada, que es una situación que llena de angustia y presión tanto a los internos, como a la gente que se esfuerza por atenderles.

Hace poco, la guardia civil disparó a las personas que trataban de llegar a nado a la costa española de Ceuta y el resultado de esto fue 15 personas muertas. Ahogadas al borde de sus sueños. Cuando probablemente sus pulmones estaban llenos de alegría de acabar la odisea que les llevó a cruzar el desierto del Sahara, a pasar días y meses caminando o esperando, agazapados entre el follaje, esperando el momento propicio para saltar.  Hoy, cuando la realidad de las potencias europeas está generando migración económica de Portugal, España o Grecia, hacia países latinoaméricanos y africanos, uno se pregunta, ¿que pasaría si fueran recibidos igual?

Hace unos años me encontré en el aeropuerto de Johanesburgo con un portugués que trataba desesperadamente de alcanzar un vuelo de conexión, pero no lograba comunicarse en inglés, con una oficial de la policía sudafricana. El tipo sudaba y casi lloraba porque no se quería quedar en esa etapa del viaje. Le ayudé como interprete y la pregunta que insistentemente le hacían era precisamente adonde iba, justo lo que el también preguntaba en portugués. Se puso muy nervioso cuando dijo que iba para Namibia, pero finalmente lo orientaron y consiguió continuar su viaje. Luego, un angolano que me ayudaba con unos trámites, me contó que la ruta Johannesburgo-Namibia se estaba usando como ruta de tránsito ilegal: llegan a la frontera de Namibia con Cunene, y ahí la prometida Angola, donde todo el mundo gana mucho dinero. ¡Europeos entrando ilegales en África! La economía del mundo al revés, como diría Eduardo Galeano. La historia demostrando como el mundo da vueltas, sobre una humanidad que se empeña en repetir sus mismos errores.

Recuerdo también el libro el Dorado, de autor Laurent Guadé, que me regaló hace unos años mi amigo Michel Matera. Dos historias en simultánea: dos jóvenes hermanos inmigrantes de Sudán y una mujer y su bebé, quienes realizan un viaje fatal en un barco carnicero de los que lleva hacinados a los inmigrantes que tratan de entrar en Italia. La historia de desesperación, desconsuelo imponderable e injusticia golpea el pecho con la fuerza de la literatura y precisamente a través de ella, golpea doble, al saber que son historias que se repiten una y otra vez en diferentes puntos del mundo.


Estas historias no sólo reiteran la tragedia personal de quienes probablemente morirán en el camino, sin nombre ni tumba, sino que recuerdan lo lejos que está aún la humanidad de aceptarse así misma y de entender que sólo la consideración igualitaria nos podría convertir en una especie que merezca sobrevivir.



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Una bella canción de Ismael Lo:



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Luis Rolando Durán Vargas
América Latuanis