martes, 8 de diciembre de 2009

Haitiando 6: Un paso rápido por el sur ... ¿se restituye la esperanza?





Fecha: Diciembre de 1999 (1 mes antes del terremoto de Haití)
Ruta: Puerto Príncipe – Les Cayes - Port à Piment - Port Salud -Camp Perrin - Coteaux...

Una sucesión de ciudades y pueblos, de gente que vive en la aglomerada costa del sur haitiano. Esta zona del país  sobrevive estacionada al pie de la montaña, en los cortos espacios de planicie cultivable que día a día pierde espacio por el movimiento paquidérmico y milenario del aluvión y por la degradación de las la laderas y las tierras que se mueve a un ritmo más acelerado aún, empujado por la miseria extrema de la gran mayoría y por la ambición incontrolada de algunos, pocos y poderosos.




Después de los años trágicos del conflicto, de la caída en el pozo de la violencia y la desazón, la gente en esta zona parece tener su esperanza restituida. Muchas cosas se están moviendo, y esta población  demuestra que en medio del caos y el agotamiento, también hay opciones.

Luego de varios intentos de encauzar programas de desarrollo e iniciativas que puedan tener alguna sostenibilidad, se ha generado una especie de competencia entre los cooperantes, las agencias, las instituciones nacionales, los futurólogos y los astrólogos; sin embargo, no parece que los oídos estén listos para escuchar lo que allá, en la base de las cosas, la gente tiene que decir, proponer o exigir. Los debates continúan centrados en la gran política pública, para cuya implementación no hay un aparato institucional suficientemente sano, y las acciones en el campo se realizan bajo la presión por desembolsar los millones que esperan impacientes para ser gastados.

Este corto viaje por el sur haitiano ha sido toda una enseñanza en ese sentido.

Pobladores trabajando en la construcción de gaviones
Este corto viaje por el sur ha sido toda una enseñanza en ese sentido.


Por un lado, la gente dice: “El problema de la deforestación no es forestal, no es que no sepamos que hay que replantar” “El problema de la relocalización no es que no sepamos adonde ir, o que hay que salir” “El problema es socioeconómico ... si la gente no tiene mejores medios de sobrevivencia, volverá a cortar los árboles para hacer carbón”. Por otro lado en algunas agencias te dicen: “el problema es simple, hay que estabilizar el suelo, plantar árboles y usar opciones energéticas”  “Allá, en mi país, ya funcionó”. Increíble. Después de tantos años, seguir escuchando tanta ciencia inoportuna y mal ubicada. ¡Como si el problema en este país fuera técnico!


Hay un proyecto en Port a Piment, adonde grupos de base se han organizado para realizar obras de protección en el río, desarrollar capacidades técnicas en la población, pagar por el trabajo comunal y dar opciones de corto plazo. Naciones Unidas (PNUD) da un apoyo fundamental para que grupos locales puedan implementar directamente las acciones, sin intermediarios. Favoreciendo el aprendizaje, la capacidad local de gestionar sus propios proyectos, por pequeños que puedan ser. Muy bien, sin duda, un gran punto a favor esta vez. Hay propuestas, organización de base, debate, y mucho, pero mucho trabajo. Y tanta gente que dice que aquí no se puede hacer nada, porque no hay comunidad, porque la gente no se quiere organizar. Sin duda que la sostenibilidad siempre será una pregunta, pero a veces pienso si no seremos demasiado majaderos con esa historia. ¿Sostenibilidad de qué, o en comparación con que?



En este Haití de 2009 el presente es el tiempo de mayor importancia. Al carajo con el cuento de la transición, del pequeño tiempo, efímero, que conecta ayer con lo que viene. Aquí el presente es una larga sucesión de lucha, de espera, de paciencia, que no se acaba nunca. Hoy comí, hoy mis hijos están bien, hoy vendí, hoy encontré. Mañana, quien sabe, queda demasiado lejos, ese es un tema para los curas y los cooperantes. Ese hoy no deja espacio para políticos y politiqueros, sabihondos bien-intencionados, o auditores del deber-ser. 















En Port a Piment pude ver a hombres y mujeres trabajando, bajo un sol de justicia, en la construcción de un muro para proteger sus familias, sus tierras, sus pertenencias. Enfrentando su realidad de forma colectiva, organizada, a su modo. Los hombres apilan y engarzan las piedras en gaviones, las mujeres, cantando en fila india, acarrean el material. Al finalizar la tarde se juntan y dan gracias con sus cánticos vaudou, se miran, se apoyan y sonríen. Siempre sonríen.


A veces pienso que se ríen de nosotros, de nuestras preocupación pretenciosa, de nuestra sensibilidad escasa, de nuestra angustia malinformada e ingenua. Hay tanto que aprender aquí....













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América Latuanis
Luis Rolando Durán Vargas






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Fotos mías y de Jean Renand

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