lunes, 8 de septiembre de 2008

Haití: los huracanes pasan y la exclusión se queda




Fecha: Temporada de huracanes 2008

Ruta: Varias zonas de la geografía haitiana

Hoy es el huracán Hanna, antes el Gustav... y ya viene llegando el Ike. ¿Cuál sigue?

Es como una historia de nunca acabar. Según UNICEF, trescientos mil niños han sido afectados por estos tres ciclones. No importa si es huracán, tormenta tropical o ciclón de cualquier categoría[i]. Las personas más vulnerables por su  edad, por su estado de salud, y en general, por la historia que los colocó en un sitio expuesto e inseguro, son siempre las que encajan lo más fuerte de los desastres.




La ciudad de Gonaïves, al igual que en el año 2004, y otras tantas veces ya olvidadas, ha vuelto a quedar bajo el agua. Miles de personas han sido afectadas, y el gobierno ya cuenta cerca de setecientos muertos en todo el país. ¡Y la temporada de huracanes aún no acaba!





El presidente René Preval ha comparado la situación catastrófica actual con lo sucedido en el 2004, ante lo que cabe preguntarse ¿qué pasó en esos cuatro años? Después de muchos intentos y mucho esfuerzo de personas e instituciones, Haití sigue siendo un país altamente vulnerable, que no necesita de grandes vientos o lluvias para inundarse .

La ciudad de Gonaïves, hoy bajo el agua de nuevo, es una expresión del hacinamiento provocado por la división económica y social del territorio. La profunda desigualdad condena a quienes llevan cientos de años al borde del río y al otro lado del límite de la pobreza y la exclusión, a seguir habitando en la vulnerabilidad extrema. Ellos son quienes ven cómo su vida se deteriora y sus poquísimas esperanzas las arrastra la corriente.

Haití y Gonaïves deben ser un llamado de atención, para su gobierno y para la comunidad internacional, que no han sido capaces de promover un cambio significativo, y - ojalá - para los otros países que se creen tan lejos de la realidad haitiana, pero que, si miran con detenimiento, en mucho se asemejan.

Todos los años hay huracanes. Todos los años se caen los puentes. Todos los años miles de niños, ancianos y personas con discapacidad quedan a la intemperie. Ya murieron quince mil ancianos en Francia por una ola de calor. Ya murieron decenas de miles en Centroamérica por un huracán que pasó hace diez años. Seguirán muriendo, seguirán sufriendo.

Mientras los cambios sean cosméticos, mientras los políticos solo recuerden la inundación cuando la lluvia evidencia su desatención o cuando encuentran rentabilidad política en las acciones de respuesta y manejo de crisis, mientras la prevención se quede en los salones de reuniones de “los entendidos” y no salga de ahí, poco cambiará.

No se trata de contar mejor los muertos, ni de estudiar con detenimiento los vaivenes indolentes del agua caliente en el Pacífico o la furia tectónica en el vientre de la Tierra. Se trata de comprender los porqués y actuar sobre ellos. Se trata de recordar que es cierto que el planeta se calienta y que la capa de ozono se reduce, pero también que la pobreza sigue creciendo y las soluciones no alcanzan.

Ahí es donde reside la vulnerabilidad; en los países que presupuestan erradicación de tugurios y al final de año no han usado los fondos porque hay otras prioridades; en el dinero que era para los pobres que se gastó en campañas políticas; en los puentes y diques mal construidos que solo sirvieron para la foto y el corte de la cinta; en un sistema que espera que la abundancia chorree y que le llegue algún día a quienes sobrevivan.

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Luis Rolando Durán Vargas
América Latuanis



[i] La Escala de Vientos de Huracán de Saffir-Simpson es una clasificación del 1 al 5 basada en la velocidad de los vientos sostenidos de un huracán. Esta escala estima el potencial de daños. Los huracanes que alcanzan la Categoría 3 o más alta son considerados como huracanes intensos debido a su potencial de producir daños y pérdidas significativas a las personas. http://www.nhc.noaa.gov/aboutsshws.php










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