viernes, 18 de septiembre de 2015

Matanzas, Cuba: alerta de huracanes, un compromiso solidario.


Llegamos a la provincia de Matanzas, avanzando hacia el centro de la isla. El calor de esta estación, que se supone debe ser lluviosa, pero que atestigua una de las sequías más violentas de las últimas décadas, nos llena de sudor y de una sensación de pesadez. 

El camino, a través de esas anchas y despobladas carreteras cubanas, deja ver un paisaje bucólico, donde la palma real, el árbol nacional cubano, se despliega por la llanura interminable. Hasta dar al mar, cuya presencia ya se intuye desde el polvoriento transcurrir en que vamos. Busco con ansiedad las plantaciones de tabaco, que tanto me hacen recordar los campos verdes que llenaban el viejo paisaje de mi pueblo, Puriscal. Sin embargo, hasta ahora no lo he logrado ver. 

Detrás de estas primeras impresiones, hay otra más compleja que se puede notar cuando se observa con más detalle. Mi compañero Alexei Castro, además de su profesión de vida que es el trabajo humanitario y la organización comunitaria, es economista agrícola, y vamos conversando sobre los efectos notorios del déficit de agua en las cosechas. El maíz, sobre todo, se ve abatido por el exceso de sol y la dura sequedad del suelo. No se ha desarrollado lo suficiente y se nota que los rendimientos serán bajos. 

En el municipio de Jagüey Grande tienen las cosas muy claras. Su municipio está expuesto a los extremos del agua: la escasez que lleva a los estiajes y sequías y el exceso, cuando vienen los huracanes y las tormentas del Caribe. Aquí se realizan fuertes trabajos de preparación de la población y de las instituciones. Acciones basadas en las personas, las comunidades y  la capacidad fundamental y determinante del recurso humano. 
Una combinación de actores sociales y políticos


El sistema de defensa civil cubano es altamente reconocido en el mundo por su gigantesca capacidad de acción. Las cifras respaldan esa aseveración superlativa: en un período de diez años la isla fue impactada por 14 huracanes de categorías 4 y 5 que dejaron afectadas 1 millón de viviendas y pérdidas superiores a los 18 millones de dólares. La organización nacional y local logró realizar la evacuación preventiva de 11 millones de personas y solo 35 personas perdieron la vida en todo este período. Un performance envidiable para todos los países que se encuentran en la ruta de los huracanes y tifones en el mundo. Pero ¿porqué Cuba, un país con recursos limitadísimos debido a un bloqueo comercial antediluviano, consigue lo que otros países, con recursos propios o millonarios aportes de la cooperación internacional no consiguen?

Mi experiencia con los llamados “sistemas de vigilancia” o “sistemas de alerta temprana” comenzó en 1991. Un terremoto de gran potencia afectó el Caribe costarricense y uno de los efectos principales fue la gran destrucción en las zonas boscosas de la cordillera de Talamanca.  Miles de árboles fueron arrancados de sus bases y millones de metros cúbicos de deslizamientos cayeron o se acercaron a los cauces de los ríos. Las cuencas del río la Estrella, el río Banano y el Bananito, entre otras, quedaron seriamente afectadas y con un altísimo potencial de avalancha e inundación, debido a todo ese material que les aportó el terremoto. El sismo fue en abril, justo a las puertas de la estación lluviosa y la temporada de huracanes. Una vez dada la alerta por parte de los grupos científicos del país, nos dedicamos a instalar sistemas de vigilancia que permitieran observar la lluvia y el cauce de los ríos. El trabajo implicó muchas horas de caminata entre selvas y bananales, gente como Víctor Fallas, Gerardo Quirós y José Joaquín Chacón fueron determinantes para que esto se logrará realizar a tiempo. El sistema se instaló y funcionó. La principal lección aprendida de este proceso fue la importancia del trabajo comunitario, de la observación local, del aprovechamiento del saber y el conocimiento de quienes viven en ese entorno verde y lluvioso. Años después, con el Huracán Mitch, observamos pequeñas comunidades en el río Cuero, Honduras y en el Río Coyolate en Guatemala, que lograron protegerse a tiempo y con eficiencia, con sistemas basados en la población, mientras que una inversión millonaria, cargada de tecnología de punta, instalada en el Valle del Sula, fue incapaz de aportar un solo dato útil para salvaguardar vidas y bienes. 

En Cuba, este tipo de situaciones no es considerado un éxito aislado digno de estudios particulares, simplemente porque es así en todo el país. Si bien es claro que los niveles de exposición y organización son diferentes y que, como todo sistema humano, está sujeto a altibajos, la alerta temprana en Cuba es un proceso integral que forma parte de su cultura, de su forma de vida, de su educación y, sobre todo, de una gran práctica solidaria. 

Hay muchas especulaciones sobre el funcionamiento de este sistema, y muchas dudas sobre la posibilidad de replicarlo. Quizás la que más he escuchado es sobre el papel de las fuerzas armadas y lo que la gente llama una sistema castrense y vertical, en donde, supuestamente, toda la población obedece porque no tiene más remedio. El solo hecho de acercarse a la realidad de este sistema muestra cuan errado es este criterio. Veamos:

  • La existencia de fuerzas armadas no es, de ninguna manera, una garantía de eficiencia en los sistemas de evacuación y alerta temprana. Si consideramos que en América Latina únicamente Costa Rica, Panamá y Haití no tienen ejército, habría que considerar que todos los otros países tienen una capacidad de respuesta eficiente y un alto nivel de protección de su población, dados sus ejércitos y sus recursos humanos y materiales disponibles. Solo asomarse un poco a la historia reciente demuestra lo falaz de esta suposición, cuando hemos atestiguado el fracaso de gobiernos, instituciones y sistemas, que a pesar de la inversión y la existencia de estos recursos logísticos, no han sido capaces de aportar a su población las condiciones de seguridad necesarias: miles de muertos a lo largo de los litorales así lo atestiguan. Por otra parte, el huracán Katrina, el Tsunami de 2010 en Chile, el terremoto en Perú en 2007, son solo algunas evidencias contundentes de esta realidad.

  • Ningún sistema centralizado y vertical es capaz de lograr un buen performance en la evacuación preventiva y a tiempo de grandes cantidades de población. Una población mal informada y mal organizada es imposible de movilizar adecuadamente solo con órdenes, decretos o sistemas de colores que nadie entiende. 
  • Las condiciones de inseguridad locales requieren soluciones también locales, cercanas, al máximo, a los escenarios de impacto. Esperar la llegada de un ejército o de instituciones centrales, es inviable y los resultados, después de décadas o siglos de centralización, son evidentes.
  • Los sistemas de alta tecnología, que implican sensibles brechas tecnológicas, son ineficientes, difíciles de mantener y aún más difíciles de absorber en países y comunidades cuya disponibilidad tecnológica cotidiana es escasa.


Movilizar 11 millones de personas en un período de diez años solo se puede conseguir con un sistema basado en la educación, en el trabajo local permanente, en el compromiso y rigor de quienes observan, alertan y responden. Esa es la realidad cubana: un sistema en donde se conjugan todos los factores y recursos disponibles, desde lo local hasta lo central, desde la voluntaria en la comunidad lejana que capacita, informa y apoya, desde el líder comunitario que ayuda a organizar y mantener el sistema, hasta el sistema nacional técnico y científico que estudia, analiza e informa. 

Aquí, en la provincia de Matanzas, en la comunidad de la Luisa, a unos kilómetros de Jaguey Grande, no hay una ambulancia motorizada, no hay grandes instalaciones militares o ministeriales. Hay escuela y centro de salud y alrededor de ellos gira el sistema comunitario de alerta y aviso. Hay grupos de interés, voluntarios y voluntarias, Cruzrojistas, agentes comunitarios, CDR. Gente capacitada y ansiosa de aprender más. Los medios locales son la base de la respuesta, así que conocerlos, practicar y aprender son requisitos básicos para que el sistema funcione.
Ambulancia improvisada y muy efectiva

Voluntariado, participación, trabajo comunitario


El sistema de alerta temprana se basa en el compromiso de las personas, en la gente y su historia. Aquí queda claro que lo importante no es el equipo, ni el diseño ni la tecnología. Visité un “punto de alerta temprana”, muy cercano a la escuela de La Luisa. Entramos a la casa de don Benedicto y su familia. Un veterano, supuestamente retirado, pero más activo que nadie. Su casa no parece nada fuera de lo común. Me hace recordar las casas de mis abuelos, con su sitio especial poblado de imágenes de yeso, el altar de la virgen de la Caridad del Cobre, y los adornos brillantes y limpios, que acompañan a los santos. Al lado el viejo equipo de sonido, con su plato para discos de vinilo. Hace calor, mucho calor, y la esposa de don Benedicto está sentada en su mecedora, abanicandose y mirándonos con curiosidad hospitalaria - Pasen, compañeros - nos dice. Están en su casa. Observo alrededor, para registrar bien este sitio, este centro fundamental de la organización local, de la estructura estratégica de alerta y aviso comunitario, de reducción del riesgo y de la asistencia comunitaria y solidaria. Al lado del equipo de sonido hay un radio de telecomunicaciones. En la cocina, debajo de las ollas y las especies está la planta eléctrica. Don Benedicto la saca y muy orgulloso la enciende - Funciona - nos dice - siempre la pruebo. En los cuartos, debajo de las camas esta el equipo de rescate y apoyo. Las linternas están limpias, las baterías cargadas. Todo funciona, integrado a la realidad humilde de una vivienda de barrio. Nos enseñan las bitácoras de revisión del equipo, permanentes, rigurosas. De ellas depende la vida y la salud de nuestros vecinos.


Don Benedicto, columna de un sistema basado en la gente

Un punto de alerta temprana


Eso es un sistema de alerta temprana basado en la gente, en la participación, en los valores comunitarios, en el interés por los otros, por lo colectivo. Eso es lo que hace diferente esta organización y este país.




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Luis Rolando Durán Vargas
América Latuanis

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Con el compañero Benedicto